Ella
Cuando la última de sus criaturas exhaló su último
aliento, Ella fue asaltada por
multitud se sentimientos ambivalentes: alivio, satisfacción, lástima… Pero fue
la tristeza la que se apoderó de su alma, haciéndola plomiza. El hecho de saber
que objetivamente había sido la única decisión posible y que era un mal necesario
e inevitable, no la consolaba. Recordó lo orgullosa que había estado en un
pasado de su creación, cuando las criaturas comenzaron a correr por su piel,
libres, curiosas, con capacidades muy superiores a las del resto. Ella las había dotado de conciencia, de
la capacidad de amar, de una infinita curiosidad, de la posibilidad de
aprender, del ansia de conocimiento, de la empatía, de imaginación, del poder
de crear. En un principio todo salió según lo esperado, las criaturas la
respetaban y veneraban, llegaron a inventar el arte para honrarla, se
alimentaban de sus frutos, disfrutaban del hermoso y delicado equilibrio que las
rodeaba. Si bien es cierto, que también comenzaban a mostrar los primeros
síntomas de lo que ocurriría siglos más tarde; pero una madre siempre es la
última en ver los defectos de sus hijos.
Ocurrió cuando descubrieron la forma de manipularla, el
sembrar vegetales y domesticar animales, las convirtió en seres arrogantes y
comenzaron a despreciarla, a sentirse superiores. Inventaron cultos que la
negaban. Construcciones que la desafiaban. Las pequeñas e insignificantes luchas
primitivas, se transformaron en guerras que dejaban miles de muertos y su
vientre teñido de rojo. Las criaturas desarrollaron el odio, el engaño, la
ambición desmedida, la envidia, el sadismo, la maldad, ignorando el
conocimiento innato sobre el bien y el mal con el que ella las había dotado. Asustada intentó reconducirlas, tratando de
reforzar sus bondades y debilitar sus errores. Dotó a algunas de ellas con capacidades
especiales para que extendieran su mensaje. Pero fue en vano, los mataron a
casi todos con especial sadismo y, aunque alguno de estos seres diferentes
consiguió hacerse oír y extender su llamada, las criaturas lo tergiversaban
todo, se negaban a entenderlo, terminaban usando su mensaje para provocar más
odio, más guerras, más diferencias, más mentiras… incluso se negaban a admitir
que su creadora era un ser femenino, a pesar de las claras evidencias, ¿Acaso
los machos son capaces de gestar una bebé? Estúpidas criaturas, Ella las creó para amar, para dar y
recibir felicidad.
Después llegó el conocimiento científico, Ella pensó que el saberse tan
insignificantes en el vasto Universo, las obligaría a reflexionar y
reconducirían la situación. Pero de nuevo se equivocaba, incluso la cosa
empeoró, su arrogancia y estupidez alcanzaron cotas inimaginables. Inventaron
armas capaces de destruir su obra por completo, envenenaron su atmósfera,
corrompieron sus aguas, mancillaron su sustrato, destruyeron el paisaje
transformando hermosos parajes en yermas llanuras de hormigón y el resto de criaturas
comenzó a desaparecer. En los últimos tiempos amenazaban con hacer lo mismo en
otros planetas. No, Ella no podía ni debía
permitirlo, así que tomó la única decisión posible, les había consentido
demasiado, sin embargo, lloraba amargamente, sin consuelo, sabedora que
tardaría eones en curar su alma… Ya que sus ojos, aún se siguen posando en la
maravillas que las criaturas fueron capaces de imaginar y crear. ¿Acaso puede
existir una decisión más dura para una madre?
Luis Ángel Fdez. De
Betoño